Actualmente vivimos en una sociedad cambiante y compleja, donde cada vez la incertidumbre, la ansiedad, el estrés, el individualismo, etc. cobran más relevancia, por lo que surge la necesidad de educar personas libres, flexibles, con capacidad de adaptación, y especialmente felices. Por en muchas ocasiones, las herramientas que utilizarnos para desenvolvernos en nuestra vida diaria no son las más adecuadas y solo conducen a la frustración, provocando que nos comportemos de una forma inadecuada con nosotros mismos y con los demás, creando así un círculo vicioso que por desgracia transmitimos a nuestros hijos y alumnos (Ibarrola, 2003).

 

En el Informe Delors que publicó la UNESCO se hace referencia a loscambios de estilos de vida que acontecen en el mundo contemporáneo, planteando soluciones y alternativas educativas basadas en los cuatro pilares de la educación, y en los cuales hace referencia al mundo emocional: Aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser (Ibarrola, 2003). El informe destaca asimismo el papel de las emociones haciendo hincapié en la necesidad de educar la dimensión emocional del ser humano junto a su dimensión cognitiva, permitiendo de este modo crear un equilibrio entre el interior de cada persona y el exterior.

 

Para poder lograr este equilibrio es necesario establecer una relación distinta con las emociones, así como conocerlas en mayor profundidad y disponer de estrategias para gestionarlas de la forma más eficaz. De este modo se hace necesaria una educación o para el desarrollo de la inteligencia emocional, ya que es esta la que determina la forma en la que cada persona se relaciona y comprende el mundo que le rodea, la que refuerza la autoconciencia, la confianza, el entusiasmo, la empatía, la persistencia frente a las frustraciones, etc. Evidentemente, todo esto dependerá de la habilidad para controlar los impulsos y canalizar las emociones, momento en el que la educación juega un papel importante, ya que a través de ésta se podrán adquirir las herramientas necesarias que permitan desarrollar la inteligencia emocional. Así, y según Bisquerra-Alzina (2005), podemos considerar la educación emocional como:

               

                “...un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo integral de la persona, con objeto de capacitarle para la vida. Todo ello tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social. La educación emocional se propone optimizar el desarrollo humano, es decir, el desarrollo personal y social; o dicho de otra manera: el desarrollo de la personalidad integral del individuo. Es por tanto una educación para la vida.”